Este trabajo lo ubicamos dentro de un contexto histórico, como es el fin de la lucha contra la dictadura somocista, en los años 70, la cual logró unir a la mayoría de las organizaciones políticas, sindicales y sociales, hasta lograr el derrocamiento de la misma.
Lic. Roberto Moreno
Este trabajo lo ubicamos dentro de un contexto histórico, como es el fin de la lucha contra la dictadura somocista, en los años 70, la cual logró unir a la mayoría de las organizaciones políticas, sindicales y sociales, hasta lograr el derrocamiento de la misma.
A pesar de los esfuerzos de unidad que se llevaron a cabo en los años ochenta, través del proceso emprendido por la Revolución Popular Sandinista, ésta no logró unir a las fuerzas políticas, sociales y sindicales, ya que fracasaron por el hegemonismo, sectarismo y “protagonismo” de sus principales actores.
El Comité Intersindical, conformado en 1980, no dio buenos frutos, porque desde su origen tenía un carácter mediático, el de frenar las luchas y protestas de los trabajadores, que participaron en la llamada huelga de la “carretera norte” que nació en la fábrica textilera Fabritex; así como detener el espíritu de los obreros de la construcción.
Fue así que se unieron, con gran ánimo, la Central Sandinista de Trabajadores (CST), que actuaba en su nombre y representación de las demás organizaciones Sindicales Sandinistas, la Central de Acción y Unidad Sindical (CAUS) y la Confederación General de Trabajadores – Independiente (CGT – i).
La Coordinadora Sindical Nicaragüenses (CSN), conformada en 1981 por todas las organizaciones sindicales de tendencia sandinista, también pretendió aglutinar desde el comienzo a las mismas organizaciones del Comité Intersindical, sumando además a los compañeros de la Confederación de Unificación Sindical y la Central de Trabajadores de Nicaragua, lo que daba un mapa completo del movimiento sindical nicaragüense.
La dirigencia sindical de la CUS y la CTN, ambas fundadas en 1962, participaron en las primeras sesiones, no aceptaron seguir en el proyecto de la Coordinadora Sindical (CSN) ya que desde su origen se logro apreciar, el hegemonismo de los dirigentes sindicales de tendencia sandinista.
Como una acción de gran éxito de la Coordinadora Sindical de Nicaragua (CSN), en la cual estuvieron involucradas todas las organizaciones sindicales de Nicaragua, fue la realización exitosa del Encuentro Sindical Internacional por la Paz, que se llevo a efecto en la ciudad de Managua, a la que acudieron representaciones de organizaciones sindicales de todos los continentes y de todas las tendencias ideológicas.
La coordinadora naufragó, cuando se dio la segunda gran represión contra el movimiento sindical nicaragüense, en verdad la tercera, porque la primera la había sufrido el Frente Obrero.
En 1986, el movimiento sindical nicaragüense, realizo esfuerzos para celebrar el primero de Mayo de forma unida y con el propósito de recordar el Centenario de los Sucesos de Chicago de la Plaza Haymarket, que dieron origen a la celebración del Día de la Solidaridad Internacional de los Trabajadores, en lucha por una jornada de ocho horas, mejores condiciones de vida y de trabajo. Este esfuerzo no se logro materializar, por no haber consenso entre sus organizaciones miembros, ya que una parte no estaba de acuerdo que el discurso central de la celebración, fuese dirigido por el secretario general del partido en el gobierno.
En 1988, como un esfuerzo de unidad nació el Congreso Permanente de los Trabajadores (CPT), conformado por organizaciones sindicales, de todas las tendencias ideológicas, comunista, socialista, socialdemócrata y demócrata cristiana.
En 1990 como otro esfuerzo de unidad, nace, el Frente Nacional de los Trabajadores (FNT), haciendo gran oposición y actuando como un grupo de presión muy fuerte, luchando en representación de sus trabajadores afiliados y enfrentando a los distintos gobiernos que hemos tenido en los últimos 15 años.
1996, se aprobó el nuevo Código del Trabajo, Este ha sido un acto muy especial del Movimiento Sindical Nicaragüense, se logro por primera vez unir a todas las organizaciones sindicales, en un esfuerzo común, como fue la elaboración, aprobación y puesta en vigencia de la Ley 185, Código del Trabajo, en él logran dejar plasmados los derechos mínimos y mas esenciales de los trabajadores, por primera vez se logra recoger en una ley, principios universales del derecho laboral, procesos y términos para la solución de los conflictos individuales y colectivos.
En 1996, por primera vez, se celebró de manera conjunta el Primero de Mayo, Día Internacional de los Trabajadores, celebrando las luchas del movimiento sindical internacional y la conquista de un nuevo Código del Trabajo, cuya aprobación fue bombardeada en la Asamblea Nacional por diputados que representaban los intereses del gran capital, en detrimento de los derechos de los trabajadores y posteriormente por sendos recursos de inconstitucionalidad presentados por las cámaras privadas a través de su organización el COSEP.
En los últimos años, sorprendentemente, ha habido una gran actividad unitaria, obviamente repudiada y denunciada como indebida por algunos líderes sindicales, que consideran que tales esfuerzos, aunque no constituyen un error, no corresponden a los tiempos actuales. Esta es una posición que debe ser respetada, avanzando los que si creen en ello, esperando la hora de que los demás se sumen o no a este esfuerzo.
La Comisión Laboral del Consejo Nacional de Planificación Económica Social (CONPES), ha sido un escenario perfecto y neutral. Las reuniones, cuando se ha considerado conveniente se han trasladado a las sedes de las organizaciones sindicales y, han girado en torno al salario mínimo, normas generales de higiene y seguridad ocupacional, la creación del Consejo Nacional del Trabajo, reformas a la seguridad social, la capacitación tecnológica, entre otros. Sin embargo, últimamente, varios líderes sindicales expresan temores sobre la manipulación que pueda hacer el gobierno en contra de organizaciones sindicales miembros del CONPES.
También ha sido escenario de actos unitarios, la sede de la Universidad Paulo Freire, donde se han reunido en una especie de congresos unitarios, delegados de todas las organizaciones sindicales, para discutir y elaborar posiciones conjuntas frente a los tratados de libre comercio, protección de los derechos adquiridos de los trabajadores. La Discusión y elaboración de proyectos de leyes tales como: Ley del Salario Mínimo, de los derechos laborales adquiridos, de la creación del Instituto de Formación Sindical, de los Procuradores Laborales, Consejo Nacional del Trabajo, de la Mesa Tripartita en las Zonas Francas entre otras.
También es importante resaltar los esfuerzos de unidad del Frente Nacional de los Trabajadores FNT, el Congreso permanente de los Trabajadores CPT y un nuevo bloque independiente conformado por la Central Nicaragüense de Trabajadores, que aglutina a cinco confederaciones sindicales.
El movimiento sindical, como órgano social, sigue siendo un elemento vivo de la sociedad, con principios y valores, que lo harán salir adelante, en defensa de los intereses y derechos de los trabajadores y dispuesto a dar lo mejor por la solución de los problemas nacionales.
BREVE DESCRIPCIÓN DEL MOVIMIENTO SINDICAL NICARAGÜENSE.
Las Organizaciones Sindicales conformadas entre las décadas de los años 40 y 70, con excepción de la CTN y la CUS fueron hechas a la medida de los partidos políticos. La CTN y la CUS fueron siempre un movimiento sindical heterogéneo y, aún cuando se les tenía como demócrata cristiano y socialdemócrata respectivamente, no se identificaron como brazo sindical de ningún partido.
La CGT fue fundada por el Partido Socialista Nicaragüense, heredero del Partido de los Trabajadores Nicaragüense y dueño, en ese entonces, de las relaciones con el Partido Comunista de la Unión Soviética.
La CAUS fue fundada en 1972 por el Partido Comunista de Nicaragua, facción nacida de disidentes socialistas, que decidieron tener su propio órgano sindical.
El Frente Obrero fue la organización sindical propia del Movimiento de Acción Popular – Marxista Leninista, de corte Maoísta.
En los años sesenta y setenta el Frente Sandinista de Liberación Nacional, como organización político Militar no tuvo una organización sindical debidamente estructurada y legalizada, sino que participaba directamente dentro del movimiento sindical organizado.
Las organizaciones de ideología comunistas, socialistas, sandinistas y maoístas, calificadas de izquierda, ligadas de alguna forma con en el pensamiento marxista leninista, podría creerse que eran la mezcla perfecta para unirse y formar un bloque sólido sindical que los colocaría por encima de todos, lo cual nunca ha sido posible. Por el contrario, la “pureza” reclamada por cada organización, sobre los principios, los convirtió, fácilmente en enemigos a muerte. Las “guerras fratricidas” en los planteles de la construcción, los hospitales, las fábricas, fueron escenarios de grandes combates, que dejaban sorprendidos a los obreros y estupefactos a los empresarios, que no podían creerlo. En los años 90, la CGT – i y la CAUS se independizan de sus respectivos partidos políticos y adquirieron su autonomía.
La CGT se dividió, cuando el somocismo asaltó el Congreso y se tomó los órganos de dirección, surgiendo entonces la CGT – Independiente, que conserva este nombre, considerando, que el hecho de que la CGT a secas, haya desaparecido junto con el somocismo, no debe ser motivo de retomar su antiguo nombre y que deben seguir siendo CGT – Independiente, como respeto por la historia y para que se tenga memoria de una época de represión sindical.
Con el triunfo de la Revolución Popular Sandinista, se constituyen y se legalizan varias organizaciones sindicales como: la Central Sandinista de Trabajadores, La Asociación de Trabajadores del Campo (ATC), La Asociación Nacional de Educadores Nicaragüenses (ANDEN), La Federación de los Trabajadores de la Salud (FETSALUD), La Unión Nacional de Empleados (UNE), También se constituye como una organización gremial la Unión de Periodistas de Nicaragua (UPN).
La Confederación Nacional de Maestros Nicaragüenses nace en los noventa, como una división de la organización magisterial, luego hay varias fracturas, naciendo nuevas federaciones y confederaciones de maestros. Igual sucede con el sector sindical de la salud.
No podemos dejar de mencionar un hecho lamentable como es la desaparición de una organización sindical muy representativa, como lo fue el Frente Obrero (FO), ha decir verdad, fue una organización genuina y natural de los trabajadores, no se desarticuló por ninguna represión, ni ataques de sus enemigos, sino que desapareció por una decisión de sus líderes.
También es importante señalar que las organizaciones sindicales en los últimos diez años se han venido fraccionando aun más, hoy en día existen dos fracciones de la CST, CUS, CTN, CAUS, CGTi etc, este es un fenómeno que obedece a desacuerdos entre sus principales dirigentes, pero no por confrontaciones en la base.
Tanto la introducción, como la descripción hecha, no busca profundidad en los orígenes y causas que han hecho nacer y evolucionar al movimiento sindical, tampoco busca precisión de datos históricos, después de todo cada uno de los líderes sindicales puede hablar de ello con más exactitud; sino provocar el diálogo, la discusión y el choque de opiniones sobre los caminos que debe recorrer el movimiento sindical.
Es sabido que las estrategias que antes parecieron buenas, tanto que se estuvo convencido de que no se podía prescindir de ellas, ahora ya no son buenas o al menos no son necesarias. Obligatoriamente, el movimiento sindical nicaragüense, debe volver la vista atrás, para sorprenderse de cuanto ha sido el camino andado y, que tan heroicos han sido los líderes y los trabajadores; ver en el pasado a los que han derramado su sangre, tales como Luis Medrano, José Benito Escobar, Luisa Maradiaga, Teodoro Ramos y muchos más. Con esta reflexión histórica el movimiento sindical debe iniciar un nuevo debate: cuáles deben ser sus líneas conjuntas de acción estratégica y que tan preparados están para dar un paso más hacia la unidad del movimiento sindical.
ANÁLISIS DE LA SITUACIÓN DEL MOVIMIENTO SINDICAL
La despartidización de las organizaciones sindicales, su creciente autonomía, necesidades y problemas, hace necesario un análisis de la situación y de las estrategias del movimiento sindical.
Nada mejor que la matriz FODA para detectar las relaciones entre los factores externos, como lo son las amenazas y las oportunidades y; los factores internos, que son las debilidades y fortalezas del movimiento sindical. La combinación de estos factores requiere de una estrategia común, en el entendido de que el punto de partida del análisis son las amenazas para proceder a la planeación estratégica que resuelva los problemas y disipe cualquier crisis o percepción de que ella exista.
El análisis obliga a estudiar la posibilidad de convertir las amenazas y problemas en oportunidades y, por último, estudiar las debilidades a superar y las fortalezas del movimiento sindical.
Las estrategias indican el propósito y los objetivos que el movimiento sindical debe plantearse a largo plazo, asignando los recursos necesarios para cumplirlos y señalando los cursos de acción. Por supuesto, para ello, es necesaria la planeación, es decir los planes de acción.
La Matriz FODA, acrónimo formado por las inciales de fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas, es una moderna herramienta para el análisis de situaciones, que tiene como punto de partida del modelo, las amenazas, ya que son las que más teme cualquier institución. Son las amenazas las que pueden malograr la consecución de los objetivos, dar la percepción real o ficticia de crisis o provocar una crisis, incluso poner en peligro la vida de la institución.
Cuando se analizan los factores externos, es decir que no son propios de la organización, como lo son las amenazas y las oportunidades, es necesario identificar dichos factores. Estos pueden ser las condiciones económicas, los cambios políticos y sociales, los cambios tecnológicos, el surgimiento de nuevas ofertas sindicales, las políticas antisindicales, el alza en el combustible y muchas más.
A simple vista se observa que cada una de ellas es una amenaza, pero dependiendo de la situación en que esté la organización sindical puede transformarse en oportunidad. Por ejemplo, los cambios políticos, en una época fueron una oportunidad para las organizaciones que se relacionaron con el somocismo; durante la revolución fueron oportunidad para los sindicatos sandinistas; durante el gobierno liberal lo fue para las organizaciones cercanas al gobierno Alemán. Por el contrario, estas oportunidades fueron amenazas a enfrentar para los que estaban del otro lado de la calle.
Las condiciones económicas, solo por abordar uno de sus aspectos provoca desempleo, lo que baja la tasa de afiliación, baja el nivel de cotización sindical y hace perder al sindicalismo su autonomía financiera. Esto lo lleva a buscar aliados que le ayuden a solucionarlo, pero raras veces se puede encontrar a un benefactor incondicional; esto se vuelve en una amenaza para la independencia y la autonomía sindical.
Las nuevas ofertas sindicales, que pueden ser oportunidades para unos, son amenazas de división, paralelismo sindical y competencia que hace perder poder de negociación al movimiento sindical. Asi también la escasez de energía, que conlleva al encarecimiento del combustible fósil, impide dar cobertura nacional y ensanchar el movimiento sindical.
La estrategia indica que deben usarse todas las fortalezas para evitar las amenazas ya que la organización sindical, no puede atrincherarse y mucho menos auto liquidarse. Aunque cierto es que muchos sindicatos han sido liquidados por los cierres de empresas, las privatizaciones y las variadas políticas antisindicales. Asimismo hay que superar las debilidades a fin de aprovechar las oportunidades. A fin de cuentas un problema siempre es una oportunidad disfrazada, solo hay que tener sabiduría o instinto para reconocerla.
Los factores internos, son los que genera la misma organización, son sus fortalezas y debilidades. Estas pueden ser organizativas y operativas, financieras, de investigación, ingeniería y desarrollo. Son la credibilidad, la conducción y el liderazgo. De esto los líderes sindicales saben bastante, por eso será rico el análisis que se hará a continuación y que se proyectará en su dimensión temporal, sobre todo, hacia los distintos puntos del futuro.
FORTALEZAS Y DEBILIDADES DEL MOVIMIENTO SINDICAL NICARAGÜENSE
La agrupación de trabajadores en colectivos de producción produjo inevitablemente el sentimiento de solidaridad, de identificación ante los problemas comunes y de necesidad de organizarse en sindicatos, para hacer uso de la libertad sindical, como un potente generador de justicia social.
Los sindicatos son las estructuras primarias del movimiento sindical nicaragüense y son su principal fortaleza. Desde el inicio se identificaron alrededor de las confederaciones sindicales que impulsaron su organización y trabajo permanente y son actualmente el bastión fundamental para la defensa de los derechos de los trabajadores y de lucha por mejorar la calidad de vida de los nicaragüenses.
La independencia, alcanzada después de muchos años de sometimiento a los dictados de los partidos políticos, es otra de las fortalezas del movimiento sindical nicaragüense. Apenas hace quince años eran los comisarios políticos los que decidían quienes serían los principales jefes sindicales, matando la democracia sindical, liquidando la voluntad de los trabajadores y haciendo pedazos la filosofía que guía a los trabajadores a elegir a sus verdaderos y legítimos representantes.
No significa que la mayoría de los nombrados no fueran verdaderos líderes obreros, sino que la voluntad soberana de los afiliados era usurpada abusivamente por los líderes políticos, ajenos al movimiento sindical. Eran aquellos que hacían de los sindicatos una “correa de transmisión entre el partido y las masas” o, simplemente, convertían a las organizaciones sindicales en simples aparatos corporativistas.
La independencia ha significado verdadera autonomía, capacidad de asumir su propio rol de representante de los trabajadores, decidir su propio programa, bajo los principios de la clase obrera, estar al servicio exclusivo de los afiliados y conducirlos con una ideología propia, que tiene su punto de partida en la heterogeneidad del movimiento sindical, es decir, bajo las banderas de los trabajadores, sin importar el credo político o religioso, sin discriminaciones de ninguna clase, bajo el signo inequívoco del principio de igualdad, dignidad, libertad y justicia social.
El buen uso de la independencia y la autonomía, así como el trabajo y el ejemplo, hacen de la organización una entidad con mucha credibilidad. Los afiliados creen firmemente en sus organizaciones y en sus líderes y avanzan bajo su conducción, inspirados por su ejemplo.
Aunque, también es cierto, que los miembros de una organización, a veces consideran, que falta credibilidad en los de otra organización; pero estos son problemas de credibilidad para con la organización a la que no se pertenece.
Esto indica que la credibilidad total entre todos debe crecer, pero tampoco es signo de debilidad, ya que si los líderes de todas las organizaciones fueran creíbles entre sí, entonces estarían listos para la unidad y hasta para organizar una sola central sindical.
El movimiento sindical nicaragüense ha venido modernizándose mediante sus estrategias de negociación, formación sindical permanente, métodos de organización y planes de trabajo, que han transformado las organizaciones sindicales. Ha cambiado en mucho la afiliación internacional prefiriéndose las organizaciones de la CIOSL, abandonando la FSM, mientras otras permanecen en la CMT.
Ha habido un intercambio permanente de conocimientos y experiencias entre las organizaciones sindicales del mundo y de éstas con la Organización Internacional del trabajo y otras de solidaridad mundial.
La experiencia acumulada en el movimiento sindical está a la orden de las organizaciones sindicales y de los trabajadores para asumir las distintas tareas y resolver los innumerables problemas y conflictos individuales y colectivos. La experiencia se transforma en educación y capacitación, formación de nuevos líderes y mejora continua de los directivos de sindicatos de base, federaciones y confederaciones.
El liderazgo y la conducción han sido importantes para el éxito de las distintas tareas y para alcanzar las metas planteadas por los congresos y asambleas sindicales. Ha servido de mucho el saber delegar responsabilidades, para entrenar a los nuevos líderes en la toma de decisiones.
En lo que respecta al poder de negociación de las organizaciones sindicales, han mejorado las técnicas de negociación y la actuación como grupos de presión popular sobre los sectores de poder político y económico. El ejemplo más fuerte lo dan los trabajadores de la construcción organizados en los sindicatos SCAAS de la CGT independiente y la CST José Benito Escobar; así como los sindicatos de la salud y la educación, sindicatos de los mercados de Managua y en los distintos sindicatos que funcionan en las diversas instituciones del estado.
Una de las más grandes debilidades del movimiento sindical nicaragüense es la pérdida parcial de la identidad histórica e ideológica. No parece haber un vínculo con las luchas de los tejedores de Lyon, los obreros de Silesia o los cartistas, allá a mediados del siglo XVIII en Europa; los mártires de Chicago a finales del siglo XIX. Parece haberse olvidado la historia heroica de los pioneros del sindicalismo nicaragüense y más aún, la más reciente, que transformó la sociedad y fundó la democracia, que hoy luchan por mejorar.
A partir de la revolución industrial surgió el movimiento obrero, luchando por una jornada de trabajo justa, primero por diez horas de trabajo, después por una jornada digna y humana de ocho horas, por mejores salarios y mejores condiciones de trabajo. Además por el sufragio universal y las libertades públicas.
Igual, en Nicaragua, nació bajo la forma mutualista y se transformó vigorosamente en el movimiento sindical, bajo principios ideológicos muy fuertes y al servicio de los trabajadores. Fue característica de los líderes obreros anteponer los intereses individuales por los colectivos, los particulares por los públicos. La dedicación y el sacrificio, sin pedir dádivas, ni esperar favores, sin importar los reconocimientos. Es la escuela que ha heredado el movimiento sindical y que deben hacerle honor.
La vocación sindical y la mística se ha debilitado. La cultura del sacrificio se ha abandonado y son valores que el movimiento sindical no ha sabido inspirar, salvo honrosas excepciones.
La participación de los jóvenes y las mujeres en los puestos de dirección es poca y a veces nula. No hay planes serios para el relevo natural generacional, para la nueva camada de líderes llamados a asumir la tarea enorme de la unidad sindical.
La falta de recursos financieros en las organizaciones sindicales, nace en primer lugar de la falta de mística y vocación sindical, lo que provoca que los afiliados no paguen la cotización sindical. Algunos sindicatos reciben alguna ayuda de organismos internacionales, la que está condicionada a tareas específicas, que no siempre son las prioritarias de las organizaciones sindicales. A veces, la falta de recursos financieros obliga a buscar amigos, que ayudan bajo ciertas condiciones.
AMENAZAS Y OPORTUNIDADES DEL MOVIMIENTO SINDICAL NICARAGÜENSE
La privatización indetenible de las empresas estatales y de servicios colectivos y públicos es fuente de desempleo, y de cierres parciales o totales de las empresas. Esto trae como consecuencia el decrecimiento de la tasa de afiliación sindical y el debilitamiento o desaparición de las organizaciones de los trabajadores.
La privatización ha significado sustitución o surgimiento de nuevos empleadores, en cuyas empresas, en la nueva realidad, no hay sindicatos, ni condiciones para organizarlos. Así, el movimiento sindical nicaragüense tiende a desaparecer en las empresas privadas.
La permanente crisis económica, la recesión, pocas inversiones públicas y privadas y baja de la producción y la productividad, son causas directas del desempleo, bajo porcentaje de afiliación en las organizaciones de trabajadores y pérdida de negociación en los sindicatos afectados por esta realidad.
Entre las políticas antisindicales, que practican los empleadores, están las de tratar directamente con los trabajadores y, no con sus representantes. Salen a luz nuevas estrategias patronales, por medio de los llamados círculos de calidad, en donde se discute con los obreros los asuntos relacionados a la producción, productividad, competitividad y ajustes salariales.
El empleador aporta nuevas relaciones de reciprocidad, dar beneficios, ventajas y privilegios, a cambio de una nueva política de relaciones laborales con el sindicato, la cual, a veces, puede degenerar en abandono de las verdaderas posiciones sindicales y en el peor de los casos en corrupción sindical.
Por otra parte, los remanentes de las influencias partidarias, aún pretenden, directa o indirectamente, homogenizar al movimiento sindical, es decir que las organizaciones obreras y sus socios tengan una ideología partidaria y se identifiquen por medio de ella y sus líderes, sacrificando la ideología propia de la organización.
Las organizaciones sindicales deben luchar por mantener su heterogeneidad y respetar absolutamente las diversas ideologías políticas, ya sean sandinistas, liberales, social demócrata, demócrata cristiano, conservadores, católicos, evangélicos, moravos, es decir, sin distinción de credos políticos o religiosos; sin discriminaciones por raza, sexo, ascendencia o descendencia
Esta amenaza se puede convertir en oportunidad, fortaleciendo el principio de independencia y haciendo valer en todo su esplendor la autonomía sindical. Esto es posible, por ser el movimiento sindical, un organismo social vivo, que funciona cabalmente y que, en los últimos años, ha demostrado estar en constante evolución.
Las oportunidades surgen cuando las diferentes organizaciones sindicales afianzadas en sus diversas ideologías obreras y haciendo uso de los formidables instrumentos de organización, lucha y trabajo, dejan atrás el divisionismo sindical que los enfrenta bajo las formas de paralelismo y competitividad sindical. Sólo así serán superadas las enfermedades del sectarismo, hegemonismo y “protagonismo”.
La unidad de acción de las distintas instancias sindicales bajo una plataforma común. En este sentido sería interesante observar un viejo fenómeno, ignorado en las cúspides de las organizaciones sindicales. Esto es el comportamiento de los trabajadores de base en las discusiones sobre la necesidad de la unidad, alrededor de los principios, los derechos y los intereses de los trabajadores.
Cuando los trabajadores de base discuten sobre los asuntos comunes y de interés para ellos, el acuerdo llega rápido, por la sencilla razón de que no están contaminados por intereses exógenos, que inclinan a los principales líderes a defender posiciones de partido, gobierno de turno o personales.
Podría ensayarse una práctica de doble vía. Invertir la pirámide y trabajar por la unidad de acción desde las bases y, desde la cima de las organizaciones sindicales, que los líderes y directivos nacionales, impulsen esta unidad y conduzcan a los trabajadores, los orienten y conviertan esta praxis en un fructífero intercambio de experiencia y de formación sindical. Esta sería una maravillosa forma de dar sintonía a la práctica con la teoría sindical.
Como bien diría Montesquieu debería haber necesariamente una interacción entre las fases de la actividad teórica y las urgencias de la praxis social. No basta a los líderes obreros proclamar el principio de unidad del movimiento sindical, es necesario que los trabajadores estén convencidos, que crean en ello y que su quehacer diario esté en consonancia con su pensamiento.
No puede esperarse que los afiliados de base luchen correctamente por la unidad por sí solos, sin la dirección oportuna de los directivos y líderes sindicales. Si se los deja solos, entre más caminen, más se alejarán. Hasta pueden desembocar en un lugar inimaginable. Si la unidad no parte diligentemente y de forma sana bajo la dirección de los conductores, no tendrá éxito. Las tareas de unidad de las bases son sanas, buenas y necesarias, pero, obviamente, su ingrediente primordial es la orientación dedicada y talentosa de los líderes sindicales.
El sentimiento de unidad, choca con el de rechazo, temor, desconfianza y con el de debilidad; sentimientos que están presentes, se acepten o se nieguen. Pero antes de pensar en la conservación aislada de la organización, debe pensarse en que dichos sentimientos deben ser superados por el sentimiento de necesidad. Al margen de cualquier ideología, las necesidades son las mismas; la unidad sirve a la necesidad para luchar por mejorar la calidad de vida de los trabajadores y sacar adelante la nación.
Además de las instancias unitarias organizadas en el Congreso Permanente de los Trabajadores, Frente Nacional de los Trabajadores y el bloque sindical que agrupa a las demás organizaciones sindicales, debe pensarse en una coordinadora sindical nacional, que agrupe a quienes deseen pertenecer a ella. Esto sería una manera de elevar la forma y la calidad de integración sindical.
Asimismo, debe hacerse un esfuerzo para ser parte del esfuerzo mundial por una sola organización sindical. Se espera que en menos de dos años desaparezcan la Confederación Internacional de Organizaciones del Sindicalismo Libre, la Confederación Mundial del Trabajo y la Federación Sindical Mundial, las que se unificarán y darán paso a una nueva fase de integración, conformando una nueva y única organización. Como parte de este proceso, varias centrales sindicales buscan la unidad en cada uno de los países centroamericanos y trabajan por una organización regional.
Para enfrentar semejantes tareas es necesario reinventar el sindicalismo. En primer lugar, es necesario, porque la tasa de sindicalización es bastante baja y hay que encontrar la forma de aumentarla y con ello el poder de presión y de negociación.
Debe reformularse bajo los principios y valores que han regido por siempre a los trabajadores. Para ello debe el movimiento sindical hacer uso de una de sus más formidables herramientas, la crítica y la autocrítica, la que permitirá transformar las amenazas en oportunidades, potenciar las fortalezas y crear plataformas que den respuestas satisfactorias a los trabajadores.
El movimiento sindical nicaragüense debe construir su futuro, con una reingeniería de mejora continua, de atención permanente a los asociados y caminando con ellos de la mano. Los sindicatos no pueden dar la espalda a las grandes necesidades de la nación y para dar su aporte constante debe redefinir su organización.
CRÍTICA Y AUTOCRÍTICA: EL FODA DE LOS TRABAJADORES.
El dinamismo es inherente al movimiento sindical nicaragüense, lo que lo impulsa siempre a la búsqueda de iniciativas creadoras y a acumular experiencias que forjan el espíritu de los trabajadores, su constancia y capacidad de lucha. El movimiento sindical crece y se fortalece sobre la base de los principios de organización, la paz y el progreso social. Pero en este proceso siempre ha necesitado encontrar la verdad para poder seguir adelante y para ello ha necesitado del debate interno, de la lucha y choque de opiniones, sobre los distintos temas de interés.
Sin debates, ni controversias, no puede desarrollarse ninguna organización, ni movimiento alguno, sea académico, partidario o sindical. Desde su nacimiento, en Inglaterra, poco después de iniciada la Revolución Industrial, el movimiento obrero, comenzó a hacer uso de la crítica y la autocrítica para planear sus luchas y mejorar sus condiciones de vida y de trabajo.
Cuenta la leyenda que Ned Ludd, fue el primer obrero en destruir su telar, ya que se creía entonces, que las máquinas eran las causantes de las desgracias de los trabajadores, al dejarlos en el desempleo. Pronto se percataron que no era cierto, que sus enemigos eran de una clase social, con intereses opuestos. Los tejedores de Lyon, hicieron su primera insurrección sin brújula política, para 1834 ya la habían obtenido y demostrado al mundo que una nueva fuerza se sumaba a la lucha, la clase obrera.
1871, la clase obrera toma el poder, por medio de la Comuna de París. Son aplastados por los ejércitos franceses y prusianos, las calles pavimentadas fueron teñidas de rojo con la sangre de los obreros. De los errores cometidos durante esta hazaña heroica, mucho aprendieron los trabajadores.
Con pocas palabras queda en claro que cuando los obreros discuten sus estrategias, aciertos y errores, lo hacen para fortalecer su organización, para ayudar, aportar, mejorar. Jamás lo hacen para dañar y destruir.
La crítica y la autocrítica son muestra de un sano desarrollo, símbolo de vitalidad, de fidelidad a los principios, la ética y los valores de los trabajadores, producto del espíritu colectivista, que hace nacer el sentimiento de solidaridad y el convencimiento de que por encima de todo deben prevalecer los principios democráticos.
Jamás la crítica debe degenerar en calumnias, injurias, intrigas, pendencias y mentiras. Ninguna organización es capaz de soportar semejante situación, los líderes serían como el cáncer, unas células comiéndose a las otras, hasta su total extinción. Cuando se alcanza cierto grado de desarrollo es posible evitar tal desenlace. En su lucha, los trabajadores deben recordar que es necesario reflexionar. Que hay que trabajar por el futuro de los trabajadores y por no repetir los errores del pasado.
Hacer uso de la crítica y la autocrítica significa tener un alto valor cívico y moral, no cualquiera se somete a esta experiencia, ya que se teme salir dañado si falta entereza en los interlocutores. Aquí es donde el movimiento sindical con su experiencia acumulada enseña, que nadie puede transmitir honor si no lo tiene. Es decir, si el crítico exige honor del criticado, él también debe ser honorable. Esto garantiza la pureza del examen a que se someten los trabajadores.
La crítica y al autocrítica emergen de los principios democráticos que los hacen amar a la libertad, la igualdad, la justicia social, la dignidad y la democracia. Dicho en pocas palabras, los trabajadores, a través de sus organizaciones sindicales, anteponen sus intereses personales, a los colectivos; los derechos públicos por encima de los individuales.
Los trabajadores deben descubrir sus deficiencias, reducirlas hasta eliminarlas y trazarse las tareas de superación. No deben conformarse con lo que han logrado y deben llevar hasta el fin las tareas que no han podido culminar con éxito. La crítica y la autocrítica son la fuerza interna que los dirige.
El carácter crítico es amistoso, sincero y con grandes deseos de ayudar. Es una responsabilidad que analiza la situación y busca la verdad, la que se les dice sin miedo a los trabajadores afiliados o no a los sindicatos. La crítica está inevitablemente unida a la organización.
Para ejercer con eficacia la labor de crítico se necesita tacto y delicadeza para tratar los asuntos más complejos, se requiere dominio de sí mismo. Los que se dejan arrastrar por sus debilidades y pasiones no son capaces de ejercer fructíferamente la crítica y lo único que pueden producir es odio y desunión; al no poder dominarse a sí mismos, se pierden en el fracaso y reciben a cambio el rechazo de las demás organizaciones sindicales y de los trabajadores.
La crítica y la autocrítica son fuerzas que superan todos los obstáculos y ayudan a los trabajadores en las nuevas tareas, como lo son incorporar a los jóvenes y a las mujeres y establecer un vínculo continuo con las viejas generaciones. Jóvenes y mujeres deben ascender a los puestos de dirección. Delegar responsabilidades sirve a la nueva generación para tomar decisiones y aplicar su propio juicio, mejora su confianza, lo hace un creador de iniciativas.
LIDERAZGO Y CONDUCCIÓN.
El movimiento sindical debe superar los pensamientos de la nueva generación, acerca de que los líderes no los dejan llegar a los principales puestos de dirección, que los líderes son “eternos” en los puestos, que sólo se dedican a la política y no atienden el trabajo sindical. La vieja generación no puede contestar que esperen su turno, que no entienden porque todavía están “celeques” y que respeten la autoridad. La respuesta correcta es darles la oportunidad que merecen en base a sus méritos.
Los líderes sindicales están claros de su poder de influencia y de su capacidad de resolver las dificultades y conflictos. Esto se traduce manteniendo unido al grupo sindical. Como bien lo dijo Max weber, el líder debe ser transformador, carismático, fuente de inspiración, impactar con su ejemplo a la organización, enrolar a los otros con su visión de futuro y dar ánimos a los afiliados para que den su aporte individual.
El líder sin carisma, no inspira, tan solo es un burócrata, al mejor estilo del sindicalismo inglés o el desaparecido sindicalismo soviético. El burócrata “organicista” ahoga la inspiración, la mística y el romanticismo obrero, lleva la organización a la mediocridad. Esto hay que evitarlo a toda costa. Deben los trabajadores recordar que “sólo lo sencillo promete éxito”.
Los líderes sindicales están claros que los trabajadores esperan encontrar en cada uno de ellos un maestro, un conductor, el ejemplo a seguir, quien les promete y garantiza el éxito. Los trabajadores esperan que su líder sea quien les diga, “denme un punto de apoyo y moveré el mundo”.
EL TOQUE DE UN ANGEL
La educación androcéntrica que recibe la sociedad, y por ende los trabajadores, relega y discrimina a la mujer, en todos los campos; el sindicalismo no escapa a esta cruda realidad. La participación de la mujer en las organizaciones sindicales es muy baja y su presencia en los puestos de dirección es casi nula.
Si bien es cierto, el sexo es algo muy natural, con lo que se nace y hace a hombres y mujeres biológicamente diferentes, más cierto es que ambos son seres humanos, por tanto iguales y no debe haber diferencias, ni discriminaciones. La humanidad ha construido en su conciencia jurídica el concepto de igualdad, pero aún las relaciones sociales, culturales y políticas, mantienen una conducta sicológica machista y excluyente.
La sociedad machista ha educado a la mujer para que esté dispuesta, en todo momento, a darlo todo, a sacrificarse por sus padres, esposos e hijos. El hombre ha dejado para sí las tareas del poder de dominar y sancionar. Sin embargo, si se analiza bien, la capacidad de dar, querer y de sacrificio de la mujer, se ve claro que es la candidata perfecta para ser un líder que conduzca por los caminos sanos al movimiento sindical.
Esto no significa, que al tenerla sometida y explotada la educamos para servir en una buena causa, mucho menos que la doble explotación produjo algo bueno. No, es que en medio de su privación de libertades, no se contaminó de las maldades y defectos que el hombre ha acumulado atávicamente.
Los méritos, ética, moral y sentimientos de la mujer son virtudes que la organización necesita urgentemente. Hombres y mujeres deben trabajar unidos por la incorporación y empoderamiento de la mujer. Debe prevalecer el principio de igualdad de hombres y mujeres, con equidad, evitando en todo momento dar igualdad en términos masculinos, lo cual seguiría siendo discriminación.
Debe el movimiento sindical nicaragüense luchar por las necesidades y derechos de las mujeres en el entendido de que no puede haber emancipación de la clase obrera, sin emancipación de la mujer; de que el hombre para ser totalmente libre, debe ser capaz de permitir completa libertad a los demás.
Globalización y libre comercio
La globalización es el resultado lógico del desarrollo capitalista. Se globaliza la economía, los países en vías de desarrollo confirman su dependencia respecto a los países industrializados, las relaciones laborales se mundializan y al movimiento sindical, fragmentado y desunido de por vida, se le impone la necesidad de unirse.
Desde su nacimiento el movimiento sindical exigió un mundo sin fronteras. Su deseo se le cumple, pero no de la manera que lo quería. Para comenzar no está preparado, más bien su debilidad es cubierta por los estados Unidos de América, que se erige en protector de los derechos laborales fundamentales de los trabajadores, por mandato de sus propias leyes, que exigen que cada tratado de libre comercio tenga obligatoriamente una cláusula de adhesión que contiene los derechos fundamentales del trabajo, tal y como lo proclama la Declaración de la OIT.
El empleo en el mundo se traslada. Centenares de miles de empleo se van de Estados Unidos de América hacia América Latina y se prevé que muchos más se trasladen a China, India y otras naciones asiáticas.
Los sindicatos norteamericanos cierran filas con los empresarios textiles. Los primeros porque pierden empleos, afiliados y poder de negociación; los segundos porque deben cerrar operaciones. Los dueños de las tiendas, marcas y patentes, sabidos de que los salarios de los obreros americanos no pueden ser disminuidos, buscan en otros mercados mano de obra barata y de igual calidad.
Los sindicatos norteamericanos reclaman buenos salarios para los trabajadores de los países del tercer mundo, como único recurso para retener los empleos en su propio país. Más empleos significan más oportunidad de organizar sindicatos en Centroamérica. Nicaragua es el país centroamericano con más posibilidades de captar inversionistas y empleo. La tendencia en el mundo es que la maquila se concentre en menos países y menos fábricas, pero más grandes.
Los trabajadores del mundo tienen, en este nuevo contexto, más oportunidad de comunicación debido a los avances tecnológicos. Así pueden buscar mejor una alianza estratégica, intercambiar comunicaciones y experiencias, sobre como tratar el tema del empleo, la ventaja comparativa de ofrecer mano de obra barata, productividad y competitividad.
Los sindicatos deben asumir su rol y no dejar la iniciativa y el papel de inspector laboral al gobierno americano y a los auditores sociales de las empresas dueñas de las prendas de vestir.
El movimiento sindical nicaragüense ha acordado una posición conjunta frente al libre comercio. Defender el sector agrario, aduciendo que si los Estados Unidos quieren ser la primer potencia mundial, lo primero que deben hacer es eliminar los subsidios a sus productores agrícolas. Defender la biodiversidad. Exigir respeto a las normas laborales y luchar por leyes de salvaguarda como la ley de protección de los derechos adquiridos, ya aprobada por la Asamblea Nacional.
Las organizaciones sindicales se plantean enfrentar el proceso de globalización con estructuras sindicales más fuertes y con plataformas estratégicas comunes con los sindicatos de la región centroamericana y en estrecha relación con las filiales internacionales.
Son tareas importantes, la defensa de la libertad sindical y de negociación colectiva, erradicación del trabajo infantil y del trabajo forzoso, alcanzar plenamente la igualdad de oportunidades en el acceso al trabajo, sin discriminaciones de ninguna clase; igualdad de remuneración, sobre el principio de, a igual trabajo, igual salario, en idénticas condiciones de trabajo.
Asimismo impulsar el diálogo social, sobre la base de la participación ciudadana y el tripartismo real, dando a las organizaciones sindicales el lugar preponderante que le corresponde en la solución de los grandes problemas sociales y económicos que aquejan a la nación
UNIDAD SINDICAL PARA EL DESARROLLO ECONÓMICO Y EL PROGRESO.
La unidad del movimiento sindical es urgente y necesaria para hacer frente a la globalización, defender el empleo y mejorar la calidad de vida de los trabajadores, para ello es necesario, como bien lo explica el reciente Congreso de la ORIT, realizado en Brasilia, un nuevo internacionalismo sindical capaz de desarrollar un proyecto político sindical de abordaje de la globalización, incluyendo el mercado laboral y que responda a las necesidades y preocupaciones de los trabajadores.
Frente a las ventajas de las empresas trasnacionales que habrán de instalarse en Nicaragua, beneficiadas por el libre comercio, los trabajadores nicaragüenses no pueden postrarse, asumiendo tareas sumamente diminutas, como defender los empleos precarios de zona franca y los mercados amenazados del maíz y el frijol. Esto equivale a aceptar que Nicaragua siempre será un país pobre y miserable.
Al igual que los países desarrollados. Nicaragua debe buscar y alcanzar grandes metas, haciendo uso de las ventajas comparativas, como lo son los costos laborales y los recursos nacionales y, las ventajas competitivas, que debemos estructurar y obligar al gobierno y los demás sectores sociales, empresariales y políticos a asumir.
Nicaragua, debe erradicar y superar, el espíritu mediocre de los ministros de gobierno y construir armas competitivas. Productos con valor agregado, productos de calidad superior; forjar una clase trabajadora con altos conocimientos tecnológicos, para crear empleos y alcanzar la excelencia, con una alta tasa de productividad.
Nicaragua, parte casi de cero, con un 28% de analfabetismo, con el 57% de la mano de obra sin ninguna calificación profesional. Pero no por eso, debe la nación postrarse y comportarse como indigente. El movimiento sindical debe asumir las tareas de la formación profesional y aportar a crear una cultura de diálogo y una cultura productiva. Debe incidir en los destinos de la nación.
POSICIÓN DEL MOVIMIENTO SINDICAL NICARAGÜENSE SOBRE LOS DIFERENTES ESFUERZOS UNITARIOS A NIVEL REGIONAL
Las organizaciones sindicales, cada cual desde sus respectivas percepciones, manifiesta su deseo de participar en un esfuerzo unitario nacional y también en un esfuerzo regional centroamericano. El sindicalismo tiene la gran oportunidad de hacer y pasar a la historia creando una instancia unitaria nacional y una coordinadora sindical que integre a las organizaciones sindicales de América Central.
Los grados de participación son diferentes. Algunos como la CAUS miran este esfuerzo con desdén y desconfianza. Otros están a la espera de analizar mejor el proceso de formación. El FNT está decidido y defendiendo un lugar preponderante. El CPT se integró desde el comienzo por medio de la CUS y las demás organizaciones lo irán haciendo paulatinamente.
La CST, CTN, CUS (a) y CNT conformaron una instancia que presentan en eventos internacionales como la única instancia unitaria nacional, lo que obviamente ha causado molestias en otras organizaciones.
Las organizaciones sindicales ven este esfuerzo como una oportunidad para fortalecerse en lo particular y lo general. Como un mecanismo de interacción entre el sindicalismo nacional y el sindicalismo internacional. Como una herramienta que vendrá a dar respuesta a las necesidades de los trabajadores de la región.
Viene a responder a las necesidades de comunicación e intercambio de experiencias de país a país. Por ejemplo conocer las reformas a la seguridad social hechas a un gran costo en Panamá, aprender de las intenciones de los gobiernos centroamericanos sobre este asunto que es de primordial importancia para el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, que le impone medidas de ajustes económicos a los distintos gobiernos del área.
También es la oportunidad de inaugurar institutos de formación sindical para educar a los trabajadores y fortalecer los sindicatos e impulsar la formación tecnológica. Asimismo lograr cierta ayuda económica para ello.
Las organizaciones que han comenzado en este esfuerzo han participado en dos instancia conocidas como la Plataforma Sindical y la Coordinadora Sindical. La primera promete no duplicar esfuerzos y solamente terminar sus proyectos y sumarse a un único esfuerzo, el de la coordinadora. Algunas organizaciones sindicales afirman que esta respuesta no es tan exacta y que más bien continuarán en sus gestiones, ya que esto les da relaciones con sus homólogos centroamericanos que le son valiosas, así como apoyar a las organizaciones que gozan más de su simpatía.
El fantasma de un eventual fracasó está presente. El hecho de dar demostraciones de que habrá algún dinero presente para estos esfuerzos, alimenta ciertos sentimientos de desunión, a cambio de lograr una mejor posición al momento de que estos recursos estén disponibles.
PROBLEMAS DEL MOVIMIENTO SINDICAL NICARAGÜENSE Y SU RELACIÓN CON LOS PROBLEMAS DEL MOVIMIENTO CENTROAMERICANO
Se dice que el dinero es como la sangre, si no se le tiene disponible, el cuerpo deja de funcionar, ya que no hay para transporte, viáticos, educación, propaganda, etc. Pero no menos es que, es un elemento que debe saber manejarse, por ser potencialmente un peligro cuando se le busca de forma incorrecta y se usa para fines difentes.
Al hablar de unidad del movimiento sindical nicaragüense, no se puede obviar la búsqueda de cada organización del clientelismo sindical y en ello se buscan los aliados disponibles, los que apoyan al gobierno, en la Presidencia y los ministerios; otros en la Asamblea Nacional y los que pueden en las distintas organizaciones internacionales.
Tanto la Plataforma como la Coordinadora iniciaron ignorando a la mayoría de las organizaciones sindicales, trabajando sectariamente solo con algunas organizaciones y discutiendo sobre la posibilidad de cerrar las puertas y excluir a la mayoría. Ambas manifiestan con sus actuaciones sus intereses propios y sus conflictos entre sí.
La Organización Internacional del Trabajo, de manera reiterada y continua, ha tratado sólo con algunas organizaciones sindicales, ha mostrado sus preferencias y su habilidad para tratar con los ministros del trabajo para viajar a eventos internacionales con líderes sindicales escogidos por ellos, sin tomar en cuenta a las demás organizaciones. Tal es el caso del llamado encuentro de Santo Domingo, por mencionar alguno.
Estas discriminaciones y preferencias tienen efectos negativos en las relaciones intersindicales y más bien causan problemas intrasindicales. Como lo es la conformación de una Mesa Laboral Nacional (de Nicaragua) que fue promovida desde la Coordinadora y la OIT, de forma consciente o inconsciente. La existencia de esta Mesa es ignorada en Nicaragua.
La verdad es que, tanto la Plataforma, como la Coordinadora, deben asumir su verdadero rol, el que esperan los trabajadores Centroamericanos. Buscar, citar, encontrar, a todas las organizaciones sindicales e invitarlas a participar. Así todas las organizaciones deseosas y con la voluntad de unirse a este esfuerzo se integrarán y, las que no, no podrán criticar que se les excluyó, sino que los pioneros de esta unidad sabrán explicar que tales organizaciones se autoexcluyeron.
No deben prevalecer discusiones que tengan en el fondo la intención de contestar la pregunta de quien manejará el dinero, quien alcanzará más, quien se llevará el Instituto de Formación Sindical para su país y así administrar sus fondos. Se trata de comprometerse con esfuerzos sanos.
A las organizaciones al nacer, al igual que a los niños se les programa sus vacunas para inmunizarlos contra las enfermedades más nefastas, como el sectarismo de la polio y la tifoidea de la corrupción.
Si a pesar de la advertencia, este clima sigue imperando en el embrión unitario que se reúne en Nicaragua con el Coordinador provisional, las cosas van por mal camino. Debe enderezarse a tiempo para sumar a todos y servir a la causa de la unidad y ser instrumento que satisfaga a los trabajadores. Estas son apreciaciones de varios líderes sindicales nicaragüenses.
La CIOSL, CMT y FSM, organizaciones de prestigio, que se desprenden hasta de su propio nombre, para fusionarse, merecen ser sustituidas honorablemente y transformarse en una forma de organización superior.
El movimiento sindical nicaragüense y Centroamericano debe poner en alto una frase que fue dicha por un gran líder hace casi cien años, “los obreros somos el honor, la inteligencia y la conciencia de la época”
LÍNEAS DE ACCIÓN ESTRATÉGICA DEL MOVIMIENTO SINDICAL NICARAGÜENSE.
1.- Fortalecimiento de las estructuras sindicales. Esta es la primera y gran tarea de cada una de las organizaciones sindicales para acrecentar su poder de trabajo y de negociación en defensa de los intereses de los trabajadores.
2.- Unidad desde las bases, bajo la identidad histórica e ideológica, respetando la heterogeneidad del movimiento sindical. Unidad bajo la conducción de los líderes naturales de la clase obrera. Unidad forjando un nuevo sindicalismo internacional, que asuma los retos de la globalización y los peligros del nuevo mercado laboral global y que renueve los sentimientos de solidaridad de los trabajadores del mundo.
3.- Independencia y autonomía son los principios más preciados del movimiento sindical, sin los cuales es imposible hablar de libertad sindical, democracia sindical y legítima representación por medio de líderes electos democráticamente por la voluntad de los trabajadores. Ambos valores son fuentes de la credibilidad de los líderes y de la institución sindical.
4.- Incorporación de los jóvenes y preparación del relevo natural generacional. Los líderes sindicales han envejecido y los jóvenes se tornan reacios a integrarse a las organizaciones sindicales, lo que pone en peligro la transmisión de los principios, valores y experiencia acumulada por la vieja generación.
5.- Incorporación de la mujer a las organizaciones sindicales y puestos de dirección, como parte del complejo proceso de emancipación de la mujer y de superación de los anacrónicos conceptos que le asignan únicamente el rol de reproductora de la especie humana, lo que significa realizar el trabajo doméstico y cuido y educación de los hijos. Traducido lo anterior debe entenderse que el movimiento sindical debe luchar por eliminar la doble explotación de la mujer, como lo son el trabajo no remunerado en casa y el trabajo remunerado al servicio de un empleador.
6.- Redefinición del sindicalismo, urgidos por la realidad de una baja tasa de afiliación. Hay trabajadores, pero no aumenta el número de afiliados, ni hay más sindicatos. Urgidos también por el empuje de la globalización, cuyos retos reclaman un sindicalismo que asuma su responsabilidad de luchar por un desarrollo económico, que tenga por fundamento la justicia social, la democratización y por un sistema político que se rija por la gobernabilidad y estabilidad. El sindicalismo no puede permanecer inmutable ante un mundo en permanente cambio.
7.- Educación y capacitación sindical para forjar la conciencia de los trabajadores, difundir los valores morales y espirituales, la vocación y la mística. Sin conocimientos los trabajadores son débiles, con conocimientos son fuertes. Los conocimientos permiten aumentar el poder de negociación, formarse como grupos de presión muy fuertes y hacer visibles a las organizaciones de los trabajadores. Educación que se refleje en crecimiento de las organizaciones y la capacidad de movilización.
8.- Diálogo social con empleadores y gobierno, presentando una agenda social, que impulse la economía del país, el progreso social, eliminando la política de confrontación, sustituyéndola con una política propositiva, que brinde a la sociedad la oportunidad de vivir en paz social, sin llegar a la coparticipación social que mediatiza las luchas de los trabajadores y que tenga como consecuencia lógica una mejor distribución de la riqueza producida por la sociedad.
9.- Mejorar la comunicación con los afiliados en general, con los jóvenes desde sus intereses y perspectiva y no con los parámetros de la vieja generación, con las mujeres respetando sus derechos e intereses de género. Intercambiando conocimientos y experiencias. Tener efectiva comunicación con los empleadores y gobierno, tener el poder de la información, para usarla en la negociación y defensa de los derechos e intereses de los trabajadores
10.- Alianza con otros sectores sociales que tengan agenda o puntos comunes, respetando el hecho de que los sindicatos son los representantes de los trabajadores. Alianzas con las diferentes organizaciones sindicales y demás fuerzas políticas en base al respeto mutuo y haciendo honor a la confianza brindada recíprocamente, sin que esto lesione la naturaleza de los sindicatos.
El laboralista Luciano Tórres agrega los siguientes puntos:
- Medio Ambiente Laboral: Uno de los peores flagelos que los trabajadores han sufrido son las enfermedades y los riesgos profesionales, perjudicando su salud y la de su familia, en este sentido los sindicatos deben luchar para que se mejoren las condiciones del medio ambiente laboral.
- Seguridad Social: Fortalecer la gestión sindical ante las instancias de la seguridad social, para mejorar las pensiones, la atención medica y los medicamentos.
- Defensa de los Convenios Colectivos: Fortalecer la capacidad de negociación de los trabajadores y los dirigentes sindicales para la defensa de la convención colectiva y evitar que los derechos sociales sean indexados al salario.
- Cultura y deportes: Las políticas de motivación y afiliación de las nuevas generaciones al movimiento sindical deben estar dirigidas por acciones culturales y deporte.
- Capacitación Técnica y Profesional: Las organizaciones sindicales deben procurar ser intermediarios de los trabajadores ante las instituciones del estado y privadas que se dedican a la formación técnica y profesional para propiciar políticas que le permitan a los jóvenes el acceso a la educación formal.
- Trabajo Parlamentario: Es de vital importancia que los trabajadores tengan la posibilidad de proponer proyectos de leyes al poder legislativo, en este sentido es necesario establecer alianzas con los distintos partidos, políticos para que acojan en sus campañas políticas a dirigentes sindicales o trabajadores para que ostenten al cargo de diputados o para que estos partidos asuman los proyectos de leyes de los trabajadores.
- Fortalecer la gestión ante el estado. Las organizaciones sindicales deben propiciar esfuerzos para mantener vivos los propósitos del CONPES y de esta forma hacer llegar sus propuestas al poder ejecutivo, e incidir en las políticas de estado en materia de salario, salud, educación, empleo y de proyectos de leyes, entre otros.
- Posición Frente a la Globalización Económica: Ante las políticas globalizantes en las economías de los países centroamericanos las organizaciones sindicales deben propiciar acciones organizativas y legales que les permitan fortalecer sus derechos sociales, sindicales, de seguridad social.
CONCLUSIONES
El movimiento sindical nicaragüense tiene una trayectoria brillante, llena de heroísmo y ejemplos. Ha forjado una cultura de unidad de acción mediante tareas importantes como lograr un nuevo Código del Trabajo que tiene el sello de la clase obrera. Ahora se encamina por senderos más luminosos y complejos, tanto a nivel nacional, como centroamericano y ojalá, también, mundial, como lo es la conformación, por fin, de una sola organización sindical mundial.
Las estrategias de confrontaciones han quedado atrás y resaltan los esfuerzos unitarios. Analizar la situación del movimiento sindical, sus fortalezas y debilidades, sus amenazas y oportunidades, de forma conjunta, es señal de gran vitalidad y decisión.
El compromiso de los líderes al poner su capacidad de conducción a disposición del movimiento sindical, es una muestra de los triunfos futuros en pro de la unidad y por el futuro de los trabajadores, en lucha por mejorar las condiciones de vida y de trabajo.
Las organizaciones sindicales traspasan el umbral de la formación sindical y recogen la tarea de la educación y capacitación profesional, como herramienta necesaria para promover una cultura de producción y productividad, junto a una cultura de paz, con resultados positivos y continuos a favor de los trabajadores, que mejore su calidad de vida, que haga competitivas a las empresas, sobre todo ante los retos de la globalización y que combine el desarrollo económico de la nación, con la justicia y el progreso social.
Por años, el cincuenta por ciento de la fuerza sindical ha estado relegada a un nivel inferior, sin participación en la toma de decisiones, sin ocupar puestos en los importantes cargos de dirección. Esta es otra tarea urgente que asume hoy el movimiento sindical. Resolverlo es sencillo, solamente se necesita del toque de un ángel, es decir de la incorporación de la mujer. Mejor aún, el moviento sindical incorpora a los jóvenes, hombres y mujeres, a las tareas de conducción, en la toma de decisiones, los transforma en los líderes que en determinado momento asumirán la vida, la historia y la conducción del movimiento sindical. Son el relevo natural generacional, los sustitutos de la vieja y honorable generación que ha cumplido con su deber a satisfacción.
Las tareas a asumir son las de fortalecer las estructuras sindicales, forjar la unidad desde las bases y desde la dirigencia, fortalecer la independencia y la autonomía del movimiento sindical. A partir de estas líneas se comienza a redefinir el movimiento sindical, reinventarlo, a realizar una reingeniería, para enfrentar los retos de la globalización, el desarrollo económico y los destinos de la nación.
Es una urgencia del movimiento sindical una política de alianza para mejorar sus políticas como grupo de presión, tanto con sectores sociales de la sociedad civil, como con los actores políticos, que son los proveedores de los funcionarios estatales que toman las decisiones políticas, económicas y sociales, actores fundamentales del diálogo social.
En este contexto la principal recomendación al movimiento sindical es que asuma unas líneas conjuntas de acción estratégica para fortalecerse de manera organizacional, promueva la unidad de acción a los distintos niveles nacionales e internacionales.
Promover el diálogo social, suprimiendo las estrategias de autoridad formal, fuerza y violencia, por una cultura de paz. No buscar mayorías para imponerse sobre los demás, sino, buscar soluciones que proporcionen la optimización de los resultados para el conjunto de trabajadores y demás participantes sociales.
Una estrategia común será el instrumento fundamental para los grandes triunfos del movimiento sindical nicaragüense. Así, aportará más a la causa del sindicalismo mundial.